HISTORIA DEL CINE ARGENTINO
Desde los años treinta hasta fin del siglo
Bono de Inscripción General ARS$15000/ Socios ARS$13500 [incluye las 4 clases].
Docente: Lic. Sebastián Cardemil Muchnik.
Inicio: Lunes 11/11, desde las 16hs.
Cierre de la inscripción: Inicio: Lunes 11/11, 12hs.
Cronograma: 4 clases: 11/11, 18/11, 25/11 y 2/12
Si querés abonar a través de transferencia o depósito, escribinos por favor a cultura@amia.org.ar
MODALIDAD VIRTUAL: El curso se realiza a través de un CAMPUS VIRTUAL cuyo acceso está disponible las 24hs del día, desde cualquier lugar del mundo. No se requiere ninguna instancia presencial ni estar en línea en un momento específico. Una vez a la semana, se subirán las clases al campus y se habilitará un foro para preguntas. Todo el material estará disponible en la web hasta 10 días después de haber finalizado el curso.
CONTENIDO
Paradójicamente, la historia del cine argentino nos resulta ajena. Sabemos más de Hollywood o de otras cinematografías que de la nuestra. Gran error. El cine argentino tiene una historia tan fascinante como la del propio país, y de eso nos vamos a ocupar en este curso. Vamos a comenzar recordando sus orígenes -a fines del siglo diecinueve-, cuando llegaron a Buenos Aires los primeros proyectores, las primeras cámaras, y comenzaron las proyecciones y las filmaciones de las primeras películas. Comenzaba así el cine mudo, que duraría hasta los años treinta. A partir de entonces, y con la llegada del sonoro, Argentina viviría una edad dorada que duraría hasta la mitad de la década del cuarenta. Sobresaldrían algunos directores (Mario Soficci, Lucas Demare, Luis Saslavsky, entre otros), algunas actrices (Nini Marshall, Libertad Lamarque), algunos actores (Luis Sandrini, Pepe Arias), se rodarían algunos clásicos (La guerra Gaucha, La fuga, Los muchachos de antes no usaban gomina, Prisioneros de la tierra), y no solo se consolidaría una industria pujante a través del nacimiento de los primeros estudios (Argentina Sono Film, Lumiton), sino que también se conformarían algunos de los géneros clásicos de nuestro cine (la comedia, el policial). En los años cincuenta surge la figura fundamental de Leopoldo Torres Nilsson, que casi siempre en colaboración con Beatriz Guido, realizarían algunos de los films más importantes de nuestra cinematografía (La mano en la trampa, La casa del ángel). Los años sesenta traerían una generación de enormes directores influidos por el cine de autor europeo (Manuel Antín, David Kohon, Rodolfo Kuhn, Leonardo Favio, Hugo Santiago). La dictadura de los años setenta acabaría con todos ellos,
imponiendo un modelo de películas pasatistas y superficiales (Porcel y Olmedo, Ortega y Balá). La vuelta a la democracia favorecería un renacer del cine con un puñado de clásicos de Adolfo Aristarain y Eliseo Subiela y hasta un Oscar a mejor película extranjera (La historia oficial). A mediados de los años noventa irrumpe con fuerza el nuevo cine argentino: Un grupo de jóvenes muy jóvenes (Pablo Trapero, Lucrecia Martel, Daniel Burman, Adrián Caetano), egresados casi todos ellos de escuelas de cine, transformarían el cine argentino tal cual lo conocíamos renovando el panorama con películas frescas, libres, rebeldes e independientes. Se cierra con ellos el siglo veinte y se abre con esperanzas y muchas expectativas el nuevo siglo: La renovación estaba en marcha y de a poco irían llegando numerosos y originales propuestas que no harían sino enriquecer la ya extraordinaria y apasionante historia del cine argentino.